DRA. GIBERT

EL VIRUS DEL PAPILOMA HUMANO: ¿voy a enfermar si lo tengo?, ¿quién me lo ha transmitido?

Autora: Dra. MJ Gibert.
Fecha de la primera versión: 8-5-21.

El virus del papiloma humano (VPH) afecta, sobre todo, a aquellas partes del cuerpo que más participan en la actividad sexual: genitales, ano y cavidad oral. De hecho, este microbio que habita la piel y las mucosas, se inocula por traumatismos mínimos producidos durante el roce propio de las relaciones sexuales.

Els cáncers que causan con más frecuencia són el de cuello uterino o cérvix, mientras que otros como los de ano, pene y cavidad oral son más raros. ¿Y por qué el cáncer más asociado a este virus afecta sólo a mujeres? Pues muy fácil, porque durante las relaciones sexuales la punta del pene frota el cuello uterino y su cubierta es mucho más frágil que el del pene. Como una imagen vale más que mil palabras, la ilustración adjunta sobre anatomía del acto sexual me parece muy elocuente.

Tened en cuenta que el cuello uterino se encuentra al fondo de nuestra vagina, un sitio húmedo y resguardado, ello propicia que la mucosa que lo recubre sea extremadamente fina y esté en constante renovación. Al contrario, la mucosa de la punta del pene es más gruesa, expuesta a la intemperie, uno se la puede observar todos los días al orinar, por consiguiente, es más resistente a los intentos de lesión por parte del virus, además, si apareciera alguna mancha, el afectado se la vería con prontitud, nada que ver con el cuello uterino, que sólo lo ve nuestr@ ginecólog@ de vez en cuando.

Como ya os hemos explicado, hay otros cánceres causados por este virus, pero sólo en parte y son:

  • El de ano: el 70% se relacionan con el VPH.
  • El de orofaringe: es la parte más posterior de la boca, el virus causa 3 de cada 10 casos.

Su aparición en estos lugares no sólo se atribuye a las relaciones sexuales, sino a otros factores como ser portador del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), ser fumador o consumidor regular de bebidas alcohólicas.

Los virus son una causa necesaria para producir la enfermedad (si no hay virus, no habrá enfermedad), pero no suficiente (hay muchos portadores del virus pero los que enferman son realmente muy pocos). Es algo parecido a lo que vemos todos los días en las noticias con respecto a la COVID-19: hay muchos casos positivos que no notan nada, otros refieren unos pocos síntomas, algunos acaban en el hospital y sólo unos pocos infectados (el 1 o el 2%) mueren a resultas de la infección. Eso sí, todos los que contactan con el virus y lo cargan durante una temporada, los portadores, son transmisores del virus al resto de la población. En el caso del VPH, los transmisores pueden ser los hombres y las mujeres, que suelen desconocer su capacidad de infectar a otros, porque el virus produce síntomas sólo en los pocos casos en los que hay enfermedad.

Cuando se informa a las mujeres que son portadoras del VPH, cosa que ocurre en el 10% de la población a partir de los 30 años, se suelen sorprender de tener una enfermedad de transmisión sexual cuando la mayoría considera que su repertorio de compañeros sexuales es bastante exiguo como para ser merecedora de tal «regalo». De hecho, la única circunstancia que comparten las portadoras de VPH es haber tenido relaciones sexuales al menos una vez en su vida con un hombre no virgen y esto ocurre prácticamente siempre. Otro tema que les preocupa mucho es saber quién les ha transmitido el virus, pero es difícil de saber, pues una mujer puede llevar dentro el virus durante décadas y éste puede ser detectado por las pruebas médicas cuando la cantidad de virus haya rebasado una cierta cantidad. Así, el virus puede estar controlado por el sistema inmune muchos años, incluso toda la vida, pero basta una bajada de defensas, la que ocurre de forma natural con la edad o como consecuencia de una enfermedad (infección por el VIH, administración de medicaciones inmunosupresoras como en algunas enfermedades reumatológicas o la quimioterapia) para que prolifere. Aun con el VPH campando a sus anchas, no es probable que nos llegue a causar un cáncer, pues tiene que reproducirse lo suficiente para conseguir interactuar con nuestras células y pegarse a sus genes, de forma que utilice nuestra maquinaria celular en su provecho, para reproducirse con mayor efectividad y conseguir pasar a otras personas.

En nuestro entorno, la realización de citologías periódicas a las mujeres que lo solicitan ha conseguido disminuir la carga de la enfermedad. La detección del VPH en el flujo o de células anormales en las citologías pone en marcha una serie de controles periódicos, la realización de colposcopias (revisar el cuello uterino con una lupa en busca de posibles lesiones que son necesariamente milimétricas y no producen síntoma alguno), la biopsia de las lesiones sospechosas y, a veces, la indicación de las conizaciones o cirugías pequeñas que extirpan los focos incipientes de enfermedad.

La idiosincrasia de las infecciones virales y la «limpieza» de virus que representan las biopsias y las conizaciones hace que la repercusión de esta infección en las mujeres sea la representada en la pirámide adjunta.