DRA. GIBERT

PRÓTESIS DE SILICONA: ¿qué controles se necesitan?

Autora: Dra. MJ Gibert.
Fecha de actualización: 30/6/22.
Fechas de versiones previas: 11/4/21.

No son pocas las pacientes con prótesis mamarias que se someten a chequeos ginecológicos en nuestra consulta. La mayoría porta prótesis con finalidades estéticas, mientras que una minoría se ha sometido a cirugía reconstructiva por cáncer de mama o riesgo aumentado de padecerlo.

Desde hace tiempo, prácticamente todas las prótesis se ubican detrás del músculo pectoral mayor («retropectorales»). Ello implica una serie de ventajas: implante menos superficial con el consiguiente resultado más natural, menos riesgo de una complicación llamada fibrosis capsular, que trataremos en este mismo post, y mayor rendimiento de las pruebas de imagen para diagnosticar las enfermedades de la mama. Entonces, las prótesis retropectorales no comprometen el diagnóstico precoz de problemas mamarios, si fuera el caso.

En cuanto a las complicaciones tardías, éstas aparecen cuando la paciente ya ha dejado de visitar el cirujano plástico y todas giran alrededor de la cápsula que forma el cuerpo alrededor la prótesis. Así, al insertar un implante de silicona, el organismo lo reconoce como un cuerpo extraño, y lo aísla mediante una membrana o cápsula a su alrededor, que no se debe notar en absoluto. Si ésta se engruesa en alguna parte, se produce la contractura capsular o la deformación de la prótesis por la cápsula. Ello se nota primero por el aumento de la dureza del implante, más adelante, el pecho puede deformarse y, por último, aparecer dolor. Es más frecuente en las prótesis de superficie lisa que rugosa, por tanto, es importante movilizar diariamente los implantes de superficie lisa para reducir su aparición. Las pacientes deben regresar a su cirujano plástico si se sienten incómodas con la deformidad y, sobre todo, si la contractura les produce dolor.

Otro contratiempo es la rotura de la prótesis, lo cual se estima que ocurre hasta en el 10% de los casos al alcanzar la década de «convivencia» con nuestro cuerpo. Los factores predisponentes son: la «edad» de la prótesis, los golpes sobre las mamas, si hay contractura capsular o pliegues de la prótesis, y la compresión durante las mamografías. Por suerte, las nuevas prótesis tienen una cubierta más gruesa y resistente («multicapa») y el gel de silicona que contienen es más denso que antaño («gel cohesivo»), lo que reduce sus posibilidades de fuga, con el inconveniente de que, si se rompen, el cambio de contorno de la prótesis («deshinchado») pasa más desapercibido. La rotura puede ser intracapsular, esto es, la silicona no se vierte porque la cápsula la contiene; mientras que la rotura extracapsular implica que la silicona encuentra un defecto de la cápsula por el que vertirse. Entonces, tiene vía libre para moverse hacia los ganglios linfáticos y entre la grasa, pues se disuelve en ésta. Ello puede producir irritación e inflamación del tejido que rodea el implante y/o pasar a los ganglios de las axilas, produciendo además tumores inflamatorios o siliconomas. En estos casos, hay que proceder a una limpieza quirúrgica, extirpación de los ganglios engrosados y retirada de la prótesis con o sin recambio de la misma, de acuerdo con los deseos de la paciente. Por suerte, no hay datos que nos confirmen la asociación de la silicona fuera de las prótesis con problemas de inmunidad, ni cáncer de mama. Algunas pacientes, aun tras haber sido diagnosticadas de rotura intracapsular, prefieren diferir la operación, siempre que la rotura no dé síntomas, lo cual es aceptable bajo una monitorización estrecha.

 


La mayoría de las prótesis nos duran toda la vida y su ruptura no suele ser indicación de cirugía preferente


 

Una última complicación, muy poco frecuente, pero que hay que tener en mente es el linfoma anaplásico de células grandes, cáncer linfático con sólo un caso por cada 30.000-300.000 portadoras de prótesis. Éste se desarrolla a partir de unas células del sistema inmune, los linfocitos ubicados en la cápsula periimplante, y suele tener mucho mejor pronóstico que otros casos que se puedan desarrollar en no portadoras de prótesis. El síntoma más característico es el aumento brusco del volumen de la mama por acumulación de líquido. Su tratamiento es quirúrgico y, ocasionalmente, quimioterápico.

A resultas de lo anterior, nos debe quedar claro que ni en las prótesis, ni a su alrededor, debe haber zonas duras, dolorosas, o cambios de forma.

Algunas pacientes nos preguntan si deben hacerse controles de imagen de sus prótesis. Y la respuesta es que no hay investigaciones sólidas que sustenten una opción u otra. Lo habitual es instruir a la paciente sobre los signos de alarma, efectuar una palpación mamaria durante los controles periódicos y solicitar una ecografía de vez en cuando, para asegurar la integridad de las prótesis.

 


Controlar las prótesis mamarias con ecografías de vez en cuando y adelantar la consulta si notamos cambios o nos duelen es suficiente


 

La FDA (Food and Drug Administration), equivalente estadounidense de la Agencia Europea del Medicamento, recomendó solicitar resonancias bienales a partir de los tres años de la implantación de la prótesis, pero esta recomendación parece a todas luces exagerada por los motivos que siguen:

  • Es raro que una prótesis se rompa durante los 5 primeros años de su inserción.
  • La resonancia no detecta con la exactitud suficiente qué prótesis está rota y cuál no, sobre todo, si la paciente no tiene síntomas.
  • Hay mayor disponibilidad de ecógrafos que de resonancias, con la menor lista de espera resultante.
  • La ecografía se puede realizar a todas las mujeres, independientemente de que tengan o no claustrofobia.
  • La resonancia es un procedimiento caro, que tensa nuestra relación con las compañías aseguradoras, a cambio de no obtener un beneficio claro.

Por consiguiente, la realización de ecografías como examen inicial parece más sensato, por guardar un mejor equilibrio entre la molestia para la paciente, el coste y la capacidad diagnóstica. Si se sospecha una rotura de prótesis mediante ultrasonidos, entonces sí que está justificado realizar una resonancia para confirmar la situación.

 

FUENTES DE LA INFORMACIÓN:

  • Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios. Protocolo clínico para la detección del linfoma anaplásico de células grandes (LACG) asociado a implantes de mama. Fecha de publicación: 6 de febrero de 2019. [acceso 30-3-21]. Disponible en: https://www.aemps.gob.es/vigilancia/productosSanitarios/linfoma-anaplasico-LACG/docs/Protocolo_Clinico_ALCL_implantes_mamarios.pdf?x51990
  • Coroneos CJ, Selber JC, Offodile AC 2nd, Butler CE, Clemens MW. US FDA Breast Implant Postapproval Studies: Long-term Outcomes in 99,993 Patients. Ann Surg. 2019;269:30-36.
  • Chung KC, Malay S, Shauver MJ, Kim HM. Economic analysis of screening strategies for rupture of silicone gel breast implants. Plast Reconstr Surg. 2012;130:225-237.
  • Gray L. Silicone breast implants and magnetic resonance imaging screening for rupture: do U.S. Food and Drug Administration recommendations reflect an evidence-based practice approach to patient care? Plast Reconstr Surg. 2008;122:1591-2.