DRA. GIBERT

ANATOMÍA PÉLVICA: conocerla para entender las lesiones del suelo pélvico y su prevención

Autora: Dra. MJ Gibert.
Fecha de actualización: 22/8/23.
Fechas de versiones previas: 4/9/21.

 

¿POR QUÉ SE HABLA TANTO DEL SUELO PÉLVICO?

Porque su mal funcionamiento causa enfermedades, sobre todo en las mujeres. Estos problemas de salud son variopintos, a saber:

  1. Las incontinencias: de orina, heces y gases.
  2. Un tipo específico de estreñimiento: la defecación obstructiva.
  3. Los prolapsos vaginales: un tipo de hernia que consiste en el descenso de los órganos pélvicos a través de la vagina.
  4. El dolor pélvico crónico.

 


Un suelo pélvico enfermo puede causar un abanico de problemas urinarios, genitales y digestivos que, a pesar de ser benignos, pueden lastrar mucho la calidad de vida


 

LA CLAVE DE TODO ES LA ANATOMÍA PELVIANA

Nos adentraremos en la anatomía pélvica para ir desgranando en este texto, y en otros que vendrán, cómo se genera la lista previa de disfunciones.

Entonces, la pelvis comprende dos partes bien diferenciadas: una rígida o hueso y otra muscular o suelo pélvico.

  • El hueso pélvico o de las caderas: se parece mucho a un embudo de boca ancha. Si el embudo no fuera un embudo, sino una hamaca no habría problema, pero necesitamos una «boca de embudo» para que pasen tres «tubos» que son de delante hacia atrás: la uretra o conducto que une la vejiga de la orina con el exterior; la vagina o tubo que junta el útero con la vulva; y el ano por el que pasan las heces y los gases antes de ser expulsados. En la siguiente imagen veréis dos pelvis contempladas desde arriba, una es masculina y la otra femenina. Podéis apreciar que la que tiene el orificio más grande y de bordes redondeados corresponde a una mujer, mientras que la de orificio más estrecho y con forma triangular a un hombre. ¿No sabíais que los arqueólogos recurren a las diferencias pélvicas para asignar el sexo a los esqueletos? ¡Y es que la diferencia entre pelvis masculinas y femeninas es muy llamativa!

  • El suelo pélvico: es el conjunto de músculos y fibras que cierran la pelvis por su parte inferior. Como gran parte del contenido abdominal son los intestinos, y se mueven constantemente, necesitan una pared resistente, similar a una lona de las que se usan para las camas elásticas, que los mantenga en su sitio y brinde suspensión por su flexibilidad. A la vez, esta pared debe poder relajarse para poder evacuar la orina, los gases, las heces y contraerse para asegurar la retención de los mismos, si no estamos en condiciones de expulsarlos. Los músculos del suelo pélvico dibujan una U abierta hacia adelante que abraza los tres conductos antedichos. El más importante de los músculos es el elevador del ano. Como su nombre indica, al contraerse, el ano sube, se eleva y su eje se hace horizontal, lo que dificulta el paso de las heces; y esto es lo que hacemos cuando nos «aguantamos» para que no se nos escape nada: contraer estos músculos. Sin embargo, el espacio que deja pasar la uretra y la vagina no está tan bien cerrado como el conducto anal, que tiene su propio esfínter y el anclaje directo del elevador del ano, por eso se le llama hiato urogenital o zona donde el músculo se interrumpe de forma ostensible. Los músculos están cubiertos por dentro por un conjunto de fibras o fascia endopélvica, de las que emanan otros grupos destacados de fibras que tienen nombre propio: los ligamentos uretrales (fibras que limitan el movimiento de la uretra y favorecen la continencia de la orina) y el tabique rectovaginal o pared que separa el recto de la vagina. En otras entradas, ya os explicaremos qué problemas específicos produce la lesión de cada una de estas estructuras.

 


El suelo pélvico es un conjunto de tejidos que cierran la pelvis y tienen múltiples funciones relacionadas con la evacuación de la orina, las heces y los gases, la actividad sexual y el mantenimiento de los órganos abdominales y pelvianos donde les corresponde


 

En las imágenes que siguen podemos observar: en la primera, un perfil de la pelvis donde ser ven los órganos cuyos tubos atraviesan el suelo pélvico. La cinta roja perforada por estos tubos es el suelo pélvico. A continuación se ve, desde dentro, la superficie que ocupa la musculatura pelviana.

¿CUÁNDO SE PUEDE LESIONAR EL SUELO PÉLVICO?

El momento vital de máximo estrés sobre el suelo pélvico es el parto vaginal, porque la cabeza del bebé tiene que abrirse paso ensanchando el hiato urogenital para atravesarlo. A mayor estiramiento del suelo pélvico, propio de los bebés de cabeza grande, mal colocada o asociado al uso de fórceps, y a mayor brusquedad de la expulsión fetal hay más probabilidad de rotura muscular o fibrosa, despegamiento del músculo o de las fibras de sus anclajes óseos (desinserción), o estiramiento excesivo de los nervios con lesión permanente de los mismos y pérdida de fuerza de los músculos a los que van a parar por falta de estimulación.

En definitiva, la anatomía femenina es un factor de vulnerabilidad, pues al aumentar la presión intraabdominal, un suelo pélvico ya lesionado por el parto tiende a seguir rasgándose por las zonas que han quedado más debilitadas.

 

¿CÓMO PROTEGER NUESTRO SUELO PÉLVICO?

Lo más importante es no sobreestresarlo, lo cual se consigue evitando:

  • El estreñimiento, la tos y los estornudos frecuentes.
  • El sobrepeso y la obesidad: los depósitos grasos no están sólo por fuera, sino también por dentro, hecho que constatamos frecuentemente durante nuestras cirugías. A más kilos, más riesgo de que el suelo pélvico «ceda» al peso de nuestros órganos abdominales internos.
  • Los deportes de impacto o los que se ejercen mediante saltos repetidos y los abdominales de toda la vida no están recomendados. Así, es mejor evitar el atletismo, el baloncesto, el balonmano, el voleibol, el salto en cama elástica o la equitación. Otros deportes como el tenis, el pádel, el patinaje, el esquí o el correr de manera recreativa (running) tienen una valoración intermedia, esto es, se pueden practicar con mesura y, ante la duda, mejor consultar con un fisioterapeuta del suelo pélvico. Al contrario, los ejercicios mejores son la natación, el remo, el ciclismo, el golf, el yoga y el método Pilates. Y recordad que, para tonificar la musculatura abdominal sin recurrir a la musculatura anterior del abdomen (músculos rectos), se pueden hacer ejercicios hipopresivos que son bastante respetuosos con el suelo pélvico.

 

¿PUEDE ENFERMAR EL SUELO PÉLVICO SI NO HEMOS PARIDO?

Hasta aquí nos hemos referido casi exclusivamente a las mujeres y a sus partos, pero hay un tipo de paciente femenina sin hijos y que suele ser deportista profesional, con gran desarrollo de sus músculos abdominales, y que padece incontinencia urinaria de esfuerzo. Ello se atribuye al descuido del suelo pélvico, frecuentemente forzado por unas presiones abdominales altas, dentro de sus programas de entrenamiento.

Y acabaremos hablando de los hombres que, como ya sabéis, tienen un anillo pélvico más estrecho y también una próstata bajo su vejiga urinaria que refuerza su continencia, además, al no tener vagina tienen una probabilidad muy inferior a las mujeres de padecer del suelo pélvico. De hecho, los casos graves de disfunción masculina tienen que ver con problemas de la próstata (prostatitis, cirugía o radioterapia del cáncer de próstata o del anorrectal) o neurológicos (esclerosis múltiple y sección medular).

 

FUENTES DE LA INFORMACIÓN:

  • Carrillo GK, Sanguineti MA. Anatomía del piso pélvico. Revista Médica Clínica Las Condes. 2013;24:185-189.