
Cuando el agua que se usaba en los hogares no era siempre potable, ni se disponía de agua embotellada, ni todos teníamos nevera, era importante esterilizar biberones y chupetes. Con la mejora de las condiciones higiénicas, se ha podido demostrar que la contaminación bacteriana es similar tanto si lavamos como si esterilizamos y, además, la probabilidad de que nuestro bebé sufra diarreas (gastroenteritis) es también por el estilo. Así, la Academia Americana de Pediatría aconseja:
Esperamos que estos sencillos consejos os ayuden a ahorrar tiempo y gastos innecesarios en artilugios para esterilizar, sin perjudicar en absoluto la salud de vuestro bebé.
Fuentes de la información: