DRA. GIBERT

LACTANCIA MATERNA: problemas que pueden surgir

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En las líneas siguientes, os comentamos una serie de problemas frecuentes durante el amamantamiento y las formas de solucionarlos, para que vuestra experiencia sea todo un éxito:

  • Intervalos muy cortos o muy largos entre tomas: habrá bebés que mamen cada hora y media o 2 horas, mientras que otros lo hacen cada 4-6 horas. No hay que preocuparse si nuestro bebé no toma con la misma frecuencia que nuestros hijos mayores o que los hijos de nuestras amigas, siempre que su aumento de peso esté dentro de la normalidad. Es habitual que cada 3-4 días, tengamos una jornada en la que nuestro bebé nos pida pecho con más insistencia, de hecho, es el mecanismo que tiene para que la mama aumente su producción, esto es, si se “supervacía” el pecho, éste después se “superllena”. Piensa que en su primer día de vida sólo le has dado unos 8 cc de calostro por toma y cuando estés en la plenitud de la lactancia puedes llegar a producir entre litro y litro y medio de leche diario, lo cual se consigue a base de succiones y vaciados efectivos.
  • Las grietas y la inflamación del pezón: son muy frecuentes al principio de la lactancia, pues el pezón no está acostumbrado a una succión continuada y vigorosa (se podría comparar con el efecto irritante que tiene sobre el talón el uso de unos zapatos nuevos). Se maneja mediante la corrección de la posición o el descanso y la expresión del pezón afectado. Es importante que el pecho afectado siga produciendo leche y que la limitación de las tomas directas del pezón duren menos de 48 horas. Algunas madres pueden beneficiarse del uso juicioso de pezoneras finas. La aplicación de vaselina, lanolina o aceite de rosa de mosqueta o de almendras puede ser de utilidad hasta que los síntomas desaparezcan.
  • La ingurgitación láctea: precisa un masaje para ablandar el pecho antes de dar de mamar, lo que es más fácil tras una ducha tibia. Sólo en caso de ingurgitación en progresión se podría recurrir a la extracción de la leche, pero esta medida debería ser un último recurso, ya que la extracción láctea aumenta la producción ulterior, agravándose el problema.
  • Bebé que vomita sangre: la sangre en la leche materna vomitada o en las heces suele provenir de un pezón dañado. La lactancia debe continuar y la causa del daño debe corregirse. Si el diagnóstico es incierto, la sangre puede ser analizada determinando la hemoglobina fetal y del adulto.
  • Sangre en leche o calostro: esta situación ocurre raramente y no parece comportar ningún peligro. La causa es difícil de establecer y se suele solucionar espontáneamente una vez que se ha establecido la lactancia.
  • Palidez del pezón (pezón blanco): este doloroso problema podría deberse a problemas circulatorios. Los remedios posibles incluyen: dar pecho en una habitación templada, y beber té (que contiene teofilina y es vasodilatador) antes de la toma.
  • Candidiasis en el pezón: se inicia tras un periodo de alimentación sin dolor. Hay inflamación y dolor del pezón y de la areola durante y entre las comidas. Puede haber dolor irradiado hacia el pecho tras la toma. El bebé puede tener candidiasis oral o anal, aunque que la tenga no significa que la madre tenga candidiasis del pezón. Hay que tratar la madre y al bebé con una preparación fungicida.
  • Dermatitis de contacto: causada por pomadas de lanolina y de otros tipos, atomizadores con clorhexidina y por detergentes en los sujetadores. Todas las aplicaciones de pomadas y similares deben interrumpirse. Si parece que el sujetador es causa de la dermatitis, la madre debería utilizar protectores de pecho sin plastificar y lavar su ropa con jabón suave.
  • Mastitis: en ocasiones, la presión dentro de los conductos que dirigen la leche desde los lóbulos mamarios (las “fábricas” de leche) al pezón es tan alta, que éstos se rompen y la leche se deposita dentro del tejido mamario, ello activa el sistema inmunitario produciendo un enrojecimiento de la zona, aumento de la frecuencia cardíaca, fiebre, malestar general, escalofríos y un estado gripal. Estos son los síntomas clásicos de la mastitis no infecciosa, que sin tratamiento se puede sobreinfectar (mastitis infecciosa) pudiendo formarse un absceso. Estos cuadros se presentan en la tercera-cuarta semana del puerperio y raramente ocurren en la primera. El agente causal es el Staphylococcus aureus en la mayoría de las ocasiones. Como medida inicial, hay que tratar cualquier engrosamiento localizado en el pecho mediante una mejor postura y haciendo un suave masaje con la mano en dirección al pezón. Los antiinflamatorios (metamizol, diclofenaco, ibuprofeno, dexketoprofeno…) también son muy útiles. En cualquier caso, no hay razón para que una mujer lactante con mastitis deje de lactar ya que un destete brusco aumenta las posibilidades de un absceso. Otro factor que favorece las mastitis son las lesiones cutáneas. Una vez se ha lesionado la piel, la humedad en el pezón producida por pezoneras o discos absorbeleches que se cambian demasiado mojados favorece la multiplicación bacteriana. También predisponen a la mastitis: la falta de hierro, el uso de cremas, lociones o sprays que irriten la piel y posiblemente el fumar, que puede alterar la respuesta inmune. En el caso de que su médico le prescriba antibióticos, debe saber que la mayoría de ellos no pasan en una cantidad suficiente a la leche como para afectar al lactante, aunque se han observado algunas reacciones adversas en el niño: sarpullidos, diarrea y candidiasis.
  • Alergias: las proteínas de la leche de vaca, al igual que otras sustancias que ingerimos, pueden pasar a la leche materna y de ahí al bebé. Algunos lactantes amamantados desarrollan alergia o intolerancia a dichas proteínas, que son las que más problemas causan. La intolerancia se manifiesta en forma de eccemas, diarreas, fisuras anales, llanto, cólicos y dolor abdominal. La alergia es un cuadro más grave que puede producir desde urticaria a reacciones más importantes como ahogo o sangrado digestivo. Los bebés más predispuestos son los que tienen antecedentes familiares y a los que se les ha administrado leche artificial alternando con leche materna. La alergia y la intolerancia pueden aparecer cuando el bebé amamantado toma fórmula artificial y/o la madre toma leche de vaca. Cuando el pediatra sospecha alergia, suele solicitar la realización de pruebas, pero si los síntomas son graves indica a la madre que retire la leche de vaca y sus derivados de su dieta (incluso la carne de vacuno), sin esperar al resultado de las pruebas. Si se ha acertado en el diagnóstico se produce una mejoría importante del bebé en poco tiempo y la alergia cede espontáneamente a los 18 meses-2 años de vida. Sin embargo, hasta que se produzca esta curación espontánea, hay que ser escrupulosos con la dieta materna, pues los síntomas se suelen repetir a la menor introducción de lácteos vacunos. Otros alimentos que puede tener que retirar la madre de su dieta, siempre según indicación del pediatra, pueden ser: nueces, huevos y pescado. De cualquier modo, si tenéis alto riesgo de que vuestro hijo sea alérgico a la leche (antecedentes familiares), no hace falta que en principio adoptéis restricciones alimentarias excesivas, en todo caso no comáis nueces. En general, para prevenir alergias tanto a las proteínas de la leche de vaca como a otros alimentos, lo mejor es mantener la lactancia materna exclusiva durante 6 meses y evitar la introducción de la leche de vaca y sus derivados en la dieta del lactante antes del primer año de vida (sobre todo si uno de los padres o hermanos ha tenido alergia).
 

Fuentes de la información: