Cuando una mujer que ha sufrido depresión desea una gestación, surgen muchas dudas. La gran mayoría de ellas llevan un tratamiento prolongado con antidepresivos y la posibilidad de que estos medicamentos puedan perjudicar al concebido es uno de los motivos de preocupación más frecuentes. Lo habitual es que el ginecólogo valore conjuntamente con el psiquiatra prescriptor las mejores alternativas para el feto, esto es, se favorece el uso de aquellos antidepresivos que tengan un menor riesgo de malformaciones y más amplia experiencia de consumo por parte de las gestantes. Aun con todo, no son muchos los datos científicos existentes sobre la repercusión de los tratamientos con antidepresivos sobre los fetos. Un trabajo científico publicado en abril de este año, cuya autoría corresponde a profesionales turcos, liderados por M Şahingöz, aborda esta controversia.
El estudio incluyó 23 gestantes medicadas por depresión mayor, 36 con el mismo diagnóstico pero no medicadas y 30 sanas. Se confirmó que eran tres grupos homogéneos para diversas características sociodemográficas que podían comprometer los resultados del estudio.
Se observó que los hijos de las mujeres deprimidas no medicadas tenían menos peso al nacimiento y sus embarazos eran más breves que los de las embarazadas sanas. No se apreció esta diferencia entre las embarazadas sanas y las deprimidas medicadas. Por consiguiente, se concluye que el tratamiento con antidepresivos puede ser útil en aquellas gestantes que lo necesitan para reducir las probabilidades de bajo peso al nacimiento y de prematuridad.