DRA. GIBERT

Auditoría de nuestros partos de 2020: seguimos en la brecha

13 febrero, 2021

Con la COVID-19, al igual que sin ella, las nuevas vidas se abren paso entre nosotros y aquí estoy de nuevo, ya con la sexta auditoría anual. Como siempre, una ocasión para ver lo que hemos hecho bien, y lo que podríamos mejorar. Porque la excelencia ni se vislumbra, si no intentamos hacérnosla nuestra.

En 2020, hemos controlado a 121 embarazadas en nuestras consultas, y 64 han parido con nosotros, esto es, el 53%, algo más de la mitad, cifra similar a años previos.

Si nos centramos exclusivamente en nuestros 64 partos, 36 mujeres parieron su primer hijo y 37 el segundo. La que nos falta alumbró gemelos, estrenando así familia numerosa. En los últimos años, la tendencia es al hijo único o a los dos hijos, como mucho. Muchas veces, los progenitores manifiestan su deseo de tener más descendencia, pero invocan razones económicas para restringir su fertilidad. Ya sabemos que la educación, una vivienda mínimamente confortable, algún viaje con la familia y, sobre todo, dedicar tiempo a nuestros hijos son actividades que precisan de unas cuentas más saneadas que lo que permite la coyuntura económica actual.

Las edades de nuestras parturientas oscilaron entre los 18 y los 44 años, con una media de 32,8 años. Catorce tuvieron menos de 30 años (22%), mientras que las de 40 o más, fueron nueve (14%). En otras palabras, hemos tenido un aumento de madres jóvenes, mientras que la proporción de mayores se mantiene.

Siete de nuestros partos (11%) fueron el resultado de técnicas de fecundación in vitro. Este año, no hemos tenido ninguna embarazada resultado de inseminación artificial. Es interesante constatar cómo, desde que se han consolidado la vitrificación de embriones (técnica de congelación que permite la supervivencia de casi todos los embriones) y la transferencia tardía de los mismos, al quinto o al sexto día de su fecundación, han disminuido de forma espectacular los embarazos múltiples antaño asociados a estos procedimientos.

Con respecto a la anestesia, a todas las parturientas, salvo a una, se les administró anestesia regional (epidural y/o raquídea).

En cuanto a la vía de nacimiento, 50 han sido vaginales y 14 cesáreas (21,8%), lo que, por segundo año consecutivo, nos aleja de nuestro objetivo global de 15% de cesáreas. Los partos vaginales necesitaron una ayuda, en forma de ventosa obstétrica, en 22 casos (34% de los partos).

Llegados aquí, lo más sensato es analizar de forma crítica nuestras 14 cesáreas y razonar si estaban justificadas o no, entonces:

  • Dos pacientes portadoras de fetos en presentación de nalgas solicitaron cesárea, a pesar de nuestra insistencia en que se realizaran una versión cefálica externa.
  • Una tercera paciente tenía un problema rectal severo y su cirujana digestiva le recomendó una cesárea, para evitar su agravamiento.
  • Tres pacientes más parieron tres fetos de más de 4 Kg. La envergadura de los concebidos impidió la dilatación satisfactoria y/o el descenso de la cabeza dentro de la pelvis.
  • Una séptima paciente, con placenta baja, inició un sangrado abundante, faltándole muchas horas para lograr un parto vaginal, lo que motivó la cesárea.
  • El feto de la octava paciente quería avanzar dentro de la pelvis presentando la cara en lugar de la nuca. Ello dificulta mucho el parto, ya que el feto no está suficientemente “plegado” como para amoldarse a su camino con facilidad. Por si no fuera poco, en el último minuto, presentó una pérdida de bienestar fetal, lo que hizo que el parto vaginal fuera totalmente inviable.
  • Una novena paciente era portadora de gemelos, el primero de cabeza y el segundo en transversa. Como su primer parto había sido una cesárea, decidió no arriesgar nada.
  • En las cinco restantes, todas las cesáreas se indicaron después de partos largos. Si el trabajo de parto estaba establecido, se esperaron 4 horas sin progresión de la dilatación o descenso de la cabeza antes de indicar una cesárea. Si la dilatación cervical al inicio del parto era escasa, se usaban prostaglandinas en sus distintas modalidades y, si había que esperar dos días entre el ingreso y el parto, previo consenso con la paciente, así se hacía.

Otro recurso de gran ayuda es hacer un análisis pormenorizado de nuestros resultados, según los grupos de Robson, técnica que permite evaluar mejor la idoneidad de la vía de parto que un porcentaje único, como puede ser el mencionado 15%. Porque según el tipo de parturientas que se atiendan, el riesgo de cesárea es mayor o menor. Es decir, no es lo mismo trabajar con una población de mujeres jóvenes y sanas, que alumbren su segundo o tercer hijo después de haber tenido partos vaginales previos, que atender a mujeres más mayores, con algunos problemas de salud o pariendo a sus primeros hijos. En el primer grupo, la probabilidad de parto vaginal es muy superior al segundo, y no es justo poner el mismo objetivo numérico para ambos supuestos.

Para explotar mejor los grupos de Robson, hemos agrupado nuestros partos de 2019 y 2020, según se puede ver en la tabla adjunta. De nuevo, el estándar de comparación es el hospital de Manacor, que tiene una de las mejores tasas de cesáreas de Baleares. Como veréis, nuestras cifras son plenamente equiparables a las de nuestra referencia, con la buena noticia de que nuestras gestantes a término con parto vaginal previo paren incluso mejor. De ahí que cada año os repetimos que un parto vaginal allana mucho el camino al parto siguiente. Tanto es así que, una vez alcanzadas una cierta dilatación del cuello uterino y las 39 semanas de gestación, nuestras pacientes pueden decidir si programar o no su parto, con total libertad, pues los resultados obstétricos y perinatales del parto inducido son tan buenos como si esperamos ponernos de parto espontáneamente.

Aun con todo, también hay buenas noticias para  las pacientes con cesárea anterior, pues si se dejan aconsejar (esperar a que el parto se desencadene, tener paciencia con la dilatación y el expulsivo) los partos vaginales aumentan. Este año, 5 de las 6 mujeres con cesárea anterior que nos hicieron caso consiguieron un parto vaginal.

En cuanto a los desgarros de la vulva y/o la vagina durante el paso del concebido por el canal del parto, de 48 partos vaginales, dos no tuvieron ninguno, 25 uno de tipo I y 15 uno de tipo II. No hubo desgarros que incluyeran el ano. Hicimos 6 episiotomías (12% de los partos vaginales), todas en primerizas. Esta cifra se acerca al objetivo de excelencia recomendado por la OMS que es el 10%, y se aleja mucho de su máximo recomendado o 30%. En nuestra casuística, ni el uso de ventosa obstétrica, ni la edad de las pacientes, ni el uso masivo de la epidural han interferido con nuestras bajas cifras de episiotomías.

El 83% de nuestras parturientas (53 de 64) se decantaron por la lactancia materna, cifra que es inferior al 90% del año anterior y que nos impulsa a resaltar, con más ahínco si cabe, las bondades de la lactancia materna.

Nuestra conclusión es que no hay que desfallecer en la consecución de un parto vaginal seguro para la madre y para el recién nacido. Es importante esforzarse en que el primer parto sea vaginal, incluso aunque haya obstáculos, tales como presentaciones anormales, que suelen poder cambiarse, o que los fetos sean dos.

También insistimos mucho en la dieta, pues la obesidad se vincula a menores tasas de parto vaginal. Las madres primerizas tienden a excederse con su consumo calórico y ello no hace más que fomentar las cesáreas. No pocas veces constatan la bondad de nuestros consejos una vez ya han parido y, cuando se embarazan por segunda vez, sí que intentan limitar su dieta y aumentar el ejercicio, de forma que la evolución del segundo parto suele ser mejor que la del primero.

Y no quiero dejar pasar la oportunidad de agradecer a todo el equipo el trabajo realizado:  matronas  y personal de enfermería de paritorio de Palmaplanas, lideradas por Macu Sahuquillo; personal de enfermería de la 3ª B, con sus inestimables apoyos para la lactancia (Maria Antònia, monitoria de lactancia, y María José, auxiliar de enfermería); pediatras, que nos dan la tranquilidad de que los bebés van a estar bien atendidos; y, por supuesto, los anestesistas.

En definitiva, si quieres ir rápido ve solo, pero si quieres llegar lejos, ve acompañado de un gran EQUIPO como el que tenemos.