De todos es conocido que la obesidad es un problema de salud para los que la sufren, pues les aumenta el riesgo de problemas cardiovasculares, piedras en la vesícula biliar, artrosis de rodillas, varices, diabetes, cánceres de colon, mama y útero, etc. Lamentablemente, los efectos nocivos no sólo repercuten sobre la mujer obesa sino también sobre sus hijos, incluso antes del nacimiento. Hay pruebas de que los riesgos de aborto tardío, muerte perinatal y óbito infantil son superiores.
Un estudio reciente publicado en abril, en la prestigiosa revista médica JAMA, escruta si hay un valor de índice de masa corporal óptimo que minimice los riesgos filiales comentados. Para conseguir el objetivo marcado se recurrió a una revisión sistemática de estudios de alta calidad sobre el tema (de cohortes) y se efectuó sobre ellos un meta-análisis (técnica estadística que permite unir los resultados de distintos estudios sobre un mismo tema).
Los investigadores realizaron el trabajo sobre 38 estudios que incluyeron más de 47.000 muertes fetales, perinatales e infantiles. Se estudiaron los resultados en las mujeres con un índice de masa corporal (IMC) de 20 (normopeso), 25 (sobrepeso) y 30 (obesas). Los resultados para la muerte anteparto fueron de 40 por cada 10.000 gestaciones en las de IMC de 20, de 48 para las de IMC de 25 y de 59 para las de IMC de 30. Las muertes perinatales por cada 10.000 gestaciones fueron de 66, 73 y 86, considerando los IMC crecientes especificados. En cuanto a la muerte infantil, los valores fueron de 33, 37 y 43. Por tanto, se concluyó que incluso aumentos modestos en el IMC se asocian a un riesgo aumentado de mortalidad del concebido antes y después del parto, entonces, hay que procurar mantener nuestro peso fuera de los valores del sobrepeso y obesidad, no sólo para mejorar nuestra salud, sino la de nuestros hijos.
Fuente: JAMA (The Journal of the American Medical Association)