DRA. GIBERT

EMBARAZO PROLONGADO: cuando la fecha probable de parto pasa de largo

Autora: Dra. MJ Gibert.
Fecha de actualización: 28/10/22.

 

La fecha probable de parto es el resultado de añadir 40 semanas a la fecha de la últma regla. La gestación prolongada o postérmino se define como aquélla que se alarga más de 42 semanas, sin embargo, en el día a día, el embarazo que no ha concluido después de 41 semanas también se le califica también como tal. Los médicos creemos que, si no intervenimos, hasta un 10% de los embarazos llegan a las 42 semanas.

Si bien la mayoría de gestaciones postérmino son de causa desconocida, también es cierto que haber parido tarde, nosotras o nuestras madres, o que el concebido sea de sexo masculino aumentan las probabilidades de embarazo prolongado.

 

¿POR QUÉ HABLAMOS DEL EMBARAZO PROLONGADO?

Porque supone un aumento de riesgo para el hijo y para la madre.
En cuanto al feto hay:

  • Más posibilidades de morir dentro del útero si nace más tarde de 40 semanas, aunque el aumento de riesgo es bajo. Ello tiene que ver con el envejecimiento placentario.
  • Más posibilidades de engordar y, por tanto, de tener dificultades para atravesar la pelvis de la madre. Hay algunos fetos que al final del embarazo moderan su crecimiento, pero otros siguen engordando a razón de 30 gramos diarios o más hasta el final. Como es natural, en este último grupo se concentran los partos prolongados, los estacionados, la dificultad para salir los hombros fetales y las cesáreas indicadas por falta de progresión del parto.
  • Una minoría de fetos, a resultas del menor rendimiento de la placenta, quedan pequeños y generan poco líquido amniótico a su alrededor. Entonces, durante el parto, el cordón umbilical puede comprimirse y los fetos marearse, con la consiguiente emisión de meconio (heces verdosas), su aspiración posterior y riesgo de lesiones neurológicas si el mareo fetal es prolongado.

Y para la madre hay, a consecuencia de lo anterior, un mayor riesgo de desgarro vaginal extenso y el doble de posbilidades de cesárea.

 

¿QUÉ HACEMOS SI SALÍS DE CUENTAS Y NO HAY PARTO?

Una revisión que incluye estudios de gran calidad ha respondido al dilema entre dejar que el parto se iniciara espontáneamente frente a la inducción a partir de las 41 semanas. Sus conclusiones fueron que la inducción del parto era mejor que esperar al parto natural, ya que ello:

  • Reduce en un 70% la mortalidad del concebido alrededor del parto y la muerte intraútero.
  • Disminuye las cesáreas en un 10%. Es interesante destacar que las cesáreas en los embarazos de más de 41 semanas van más frecuentemente asociadas a trastornos del latido cardíaco del concebido, mientras que las de los embarazos de menos tiempo están vinculadas a inducciones que no culminan en el deseado parto vaginal, pero sin el estrés que supone para los padres y el personal del paritorio un ritmo cardíaco fetal no tranquilizador.
  • Redunda en un 12% menos de ingresos en la UCI de neonatos.
  • Hace bajar en un 30% los partos de niños de más de 4 kilos.
  • Evita un 25% de casos de aspiración meconial. Son casos en los que el mareo fetal hacen que éste trague meconio y lo lleve a sus vías respiratorias. El meconio es extremadamente pegajoso, se impacta en el árbol bronquial y dificulta la oxigenación del feto al nacimiento. Sus propiedades físicas dificultan su retirada al durante las maniobras de reanimación al nacimiento.

Visto lo anterior, nuestra recomendación es concluir la gestación a partir de las 41 semanas, sobre todo, si aventuramos que la inducción del parto no será demasiado dura para la mujer. Si la paciente ya ha parido antes por vía vaginal o si tiene cierta dilatación del cuello uterino, al médico le costará menos decantarse por la inducción.

 


La alternativa más segura para la madre y para el hijo es parir hasta las 41 semanas


 

¿Y SI PREFIERO ESPERAR?

Algunas veces, el cuello uterino está muy cerrado y/o la paciente parió su hijo previo por cesárea, en cuyo caso las perspectivas de parto vaginal son bajas. En otros casos, la mujer tiene un fuerte deseo de ponerse espontáneamente de parto. Los supuestos antedichos suelen sustentar la demora del nacimiento.
Es fundamental que la futura madre sepa el riesgo que asume, aunque, en número absoluto, sea bajo. En otras palabras, por cada 10.000 embarazadas que decidan esperar habrá 30 bebés fallecidos, mientras que si eligen concluir ya el embarazo, los fallecidos serán 4.
Mientras tanto, vigilaremos el estado fetal mediante monitores y ecografías para cuantificar el líquido amniótico. Si hubiera alteraciones del latido y/o muy poco líquido amniótico, indicaríamos finalizar el embarazo.

 

FUENTES DE LA INFORMACIÓN:

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