DRA. GIBERT

MOLESTIAS FRECUENTES

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Detallamos aquí algunas de las causas más comunes de consulta por parte de las gestantes:

PRIMERA MITAD DEL EMBARAZO:

– Mareo y síncope (desmayo): ocurre frecuentemente al principio de la gestación, pues la tensión es más baja de lo que es habitual en nosotras. Para evitar que ocurra, no hay que ir a lugares muy concurridos, ni estar de pie mucho tiempo, ni ayunar muchas horas.

– Náuseas y vómitos: son más frecuentes en los tres primeros meses, por la mañana y pueden ir acompañados de salivación excesiva.  Se manejan con medidas dietéticas sencillas: comer poca cantidad, muchas veces, mejor alimentos fríos y con poca grasa (gelatina, galletas). Si no es suficiente con lo anterior o los vómitos impiden que estemos hidratadas (orina escasa, boca muy seca), es conveniente consultar.

SEGUNDA MITAD DEL EMBARAZO:

– Hinchazón de pies (edema): aparece en el último trimestre de embarazo y es el resultado de un retorno difícil de la sangre al corazón, pues las embarazadas van acumulando más líquidos y sangre según avanza el embarazo (¡hay que tener suficiente sangre para oxigenar y nutrir a un feto que va aumentando sus necesidades!) y además éstos se concentran de cintura hacia abajo (útero, piernas y acción de la gravedad cuando estamos mucho tiempo sentadas o de pie). Si la hinchazón es poca, se resuelve con el reposo con piernas en alto (al dormir, es útil poner una almohada bajo el colchón, a la altura de nuestros pies), pero si es severa, el reposo sólo la mejora un poco. Las medias de compresión son útiles, sin embargo, conviene ponérselas antes de levantarse por la mañana. No hay que preocuparse, pues a las pocas semanas después del parto volvemos a nuestra situación de partida y recuperamos nuestras piernas de siempre. Hay que consultar si la hinchazón va acompañada de un aumento brusco de peso en pocos días, o si la tensión arterial alcanza los 140 y/o 90 mmHg, o si se nos hincha sólo una pierna.

– Varices: se deben también a un retorno venoso difícil, a haber tenido varios hijos y/o a tener sobrepeso. Algunas de nosotras tenemos venas poco resistentes o deformables, lo cual es una característica innata sobre la que nada podemos hacer. El manejo de la situación es muy similar a la hinchazón de pies: reposo con piernas en alto, paseos cortos, evitar estar demasiado tiempo seguido de pie o sentada, medias elásticas, movimientos de rotación y estiramiento de tobillos… Después del embarazo se hacen menos visibles, pero no suelen desaparecer, por tanto, puede necesitar con el tiempo una operación o esclerosis, pero si ha de realizarse, mejor que sea cuando ya tenemos claro que no tendremos más hijos.

– Tensión baja de decúbito (al tumbarnos boca arriba): el peso del útero sobre la vena cava, que tiene las paredes muy blandas, dificulta seriamente el retorno de la sangre al corazón y, por tanto, se ponen en marcha una serie de mecanismos de “emergencia”: mareo y palpitaciones. Para evitar esta situación, hay que tumbarse siempre de lado.

– Hemorroides: pueden deberse a compresión de las venas de la zona por parte del útero y/o estreñimiento. Las medidas detalladas en el apartado de estreñimiento, los baños de asiento y las pomadas antihemorroidales alivian la situación. Mejor abstenerse de especias y también de bebidas alcohólicas (ya sabemos que el alcohol está contraindicado en el embarazo).

– Calambres nocturnos: se atribuyen a la compresión de nervios y vasos sanguíneos, así como a una posible deficiencia de magnesio. Ocurre en la mitad de las embarazadas y aparecen sobre todo por la noche. Levantarse de la cama, caminar, el estiramiento suave y pasivo o el masaje del miembro afectado resultan beneficiosos. Si aún así le siguen molestando, consulte con su médico, que puede prescribirle un suplemento de magnesio.

– Dolores lumbar y pélvico: se atribuyen a la exageración de la curva de la parte baja de la columna vertebral como respuesta al peso del útero y/o a la relajación de las articulaciones de la pelvis. El uso de zapatos planos, de asientos cómodos que sujeten la región lumbar, el reposo en cama dura e incluso una faja alivian estos síntomas.

– Fatiga respiratoria (disnea): puede ocurrir al final del embarazo, sobre todo si el feto es muy grande y/o somos portadoras de un embarazo gemelar. Se explica por el “llenado” abdominal que impide que el diafragma (que actúa como fuelle) pueda bajar lo suficiente para adquirir el oxígeno que necesitamos. En estos casos es útil dormir con más almohadas, evitar las comidas copiosas (tendremos el estómago más vacío y podremos respirar mejor) y no fumar. Si la fatiga descrita aparece la primera mitad del embarazo,  dificulta nuestras actividades de la vida diaria, aparece bruscamente, o va acompañada de hinchazón o dolor en una pierna, hay que acudir a un profesional.

– Estrías gravídicas: casi a la mitad de las mujeres les aparece alguna estría, sobre todo en abdomen, mamas y caderas. Para reducir su aparición hay que cuidar la alimentación para no aumentar bruscamente de peso y se puede usar algún hidratante (crema, vaselina líquida, aceite de rosa de mosqueta…).

– Pigmentación: afecta a casi todas las embarazadas al final, sobre todo si se exponen al sol. Se puede localizar en la cara (cloasma), areola mamaria y línea media del abdomen. Una vez concluido el embarazo, desaparece muy lentamente. Como el oscurecimiento de la piel es irregular y poco estético, recomiendo usar fotoprotectores y evitar la exposición directa a la luz solar.

CUALQUIER MOMENTO DEL EMBARAZO:

– Pirosis: sensación de ardor o quemazón en la parte del tórax que cubriría una corbata. Se debe a los cambios hormonales y al desplazamiento del estómago por el útero en crecimiento. Hay que evitar el consumo de: chocolate, tomate, cítricos, bebidas con  gas, tabaco… El reposo con elevación de la cabeza y cenar al menos 2 horas antes de acostarse también pueden ser útiles. En el caso de que, a pesar de las medidas anteriores, tuviéramos molestias, es mejor consultar con Ginecología.

– Estreñimiento: relacionado también con los cambios hormonales y la compresión del recto por el útero. Suele ocurrir en mujeres predispuestas ya antes del embarazo. Beber agua abundante, hacer ejercicio regular, tomar algún café y evitar comidas astringentes (p. ej. el arroz) nos ayuda a normalizar nuestras deposiciones. Se pueden tomar varios fármacos laxantes previa consulta con el médico.

– Polaquiuria (orinar frecuentemente): causada por compresión de la vejiga por parte del útero (primer trimestre) o por parte de la cabeza fetal (final del embarazo), junto a la mayor producción de orina propia de la gestación. Para manejar estas molestias, mejor vaciar la vejiga con frecuencia y no beber mucha agua si prevemos que no vamos a tener un aseo cerca.

 

Fuentes de la información: Carroza MA, Cordón Scharfhausen J, Troyano J, Bajo JM. Duración del embarazo. Modificaciones de los órganos genitales y de las mamas. Molestias comunes del embarazo normal. En: Bajo Arenas J, Melchor Marcos JC, Mercé LT, editores. Fundamentos de Obstetricia (SEGO). Madrid; 2007. p.171-181.