DRA. GIBERT

CÁNCER DE CUELLO UTERINO: las medidas preventivas más eficaces

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El útero o matriz tiene dos partes: una superior o cuerpo (donde se desarrolla el feto) y una inferior, cuello o cérvix (se dilata durante el parto y “conecta” al cuerpo uterino con la vagina). El cérvix puede desarrollar un cáncer, lo cual no es demasiado frecuente en España, pero una de cada tres mujeres que lo padecen acabará muriendo por esta causa. Si consideramos todos los casos nuevos de cáncer entre las mujeres, el de cuello es el séptimo del ranking (después del cáncer de mama, el colorrectal, el de cuerpo uterino o endometrio (que no es lo mismo que cuello uterino), ovario, pulmón y linfoma no Hodgkin). Lo comentado se debe a que vivimos en un país en el que muchas mujeres se hacen citologías de forma periódica, lo que suele permitir detectar y tratar a tiempo aquellas lesiones que pueden llegar a ser cáncer. Otra situación bien distinta sufren las mujeres que residen en los países en vías de desarrollo donde, por razones socioeconómicas diversas, este cáncer se previene poco y mal.

Por suerte, al cáncer de cuello “se le ve venir”, esto es, se conoce su origen y su evolución desde una lesión precancerosa hasta un cáncer en toda regla, en consecuencia, se puede evitar con bastante éxito. Otra característica importante es que afecta frecuentemente a mujeres que son madres de hijos pequeños o que pensaban ser madres en breve. Ello tiene gran repercusión sobre la familia y sobre la paciente, que generalmente deberá renunciar a tener hijos. Casos conocidos de esta enfermedad fueron el de Eva Perón, que falleció a los 33 años, o el de Carla Duval, hermana de la artista Norma Duval, desaparecida a los 46, dejando dos hijas pequeñas.

Ésta es una enfermedad de transmisión sexual prácticamente en todos los casos, y la causa de la misma es el virus del papiloma humano (VPH) que se suele adquirir durante las relaciones sexuales. Se calcula que, en promedio, el 10% de mujeres son portadoras del mismo y esta cifra se triplica en gente más joven. Por suerte, nuestras defensas expulsarán naturalmente el virus de nuestro organismo en el 90% de los casos, es decir, sólo el 10% de las portadoras del virus lo “conservarán”. Guardar el virus de forma persistente (ser portadoras) depende del tipo de virus (unos son más agresivos que otros), de la cantidad de virus a la que estamos expuestas (varios tipos y/o mayores cantidades de virus), edad (muy jóvenes o muy mayores), si somos fumadoras (más riesgo) o si tenemos las defensas bajas (p. ej. si estamos infectadas por el virus del SIDA). De cualquier forma, sólo las infecciones persistentes por virus agresivos derivan en cáncer y antes de llegar a él, suelen aparecer primero las lesiones intraepiteliales de bajo grado (también llamadas CIN 1) y después las de alto grado (CIN 2 y 3).

En resumen:

  • 10% de las que se infecten por el VPH no lo conseguirán eliminar y la infección se hará persistente (lesión de bajo grado o CIN 1).
  • 15% de la lesiones de bajo grado pasarán a lesión de alto grado (CIN 2 y 3) a los 3-4 años.
  • Entre el 30 y el 70% de las lesiones de alto grado pasarán a cáncer en el lapso de 10 años.

Por tanto, desde que una mujer se infecta por el VPH hasta que contrae el cáncer suele pasar más de una década, el tiempo que suele transcurrir entre el inicio de las relaciones sexuales y formar una familia. Entonces, el caso de la imagen adjunta (el cuello uterino ha perdido totalmente su forma normal y se ha visto sustituido por un tumor en forma de coliflor que sangra al mínimo roce) suele ser el resultado de no haber usado ni maniobras preventivas, ni de haberse realizado citologías.

Otras enfermedades producidas por el VPH son las verrugas genitales, que se explican en otra sección de nuestra web.

De lo explicado hasta ahora podemos intuir algunas maniobras preventivas: usar el preservativo, elegir bien a nuestras parejas, dejar el tabaco, hacerse citologías periódicas y vacunarse contra el VPH.

El uso del preservativo
El preservativo es nuestro aliado en la prevención de las enfermedades de transmisión sexual, sin embargo no es infalible. Así, se ha visto en varios estudios que la infección por el VPH es 2,5 veces más frecuente en las mujeres que usan preservativo sólo ocasionalmente que en las que lo usan siempre. No hay que olvidar que también es una barrera contra otras enfermedades: hepatitis B, virus de la inmunodeficiencia humana, sífilis, herpes genital, etc. Lamentablemente, no es un buen método anticonceptivo, pues de cada 100 mujeres sexualmente activas, 20 se quedarán embarazadas transcurrido un año, por consiguiente, si no queremos ser madres ya, mejor usar aparte otro método anticonceptivo (“doble método”).

Tú y tu pareja, una relación de igualdad
Es importante marcar las reglas del juego al principio de cualquier relación. Si nuestra pareja ha tenido muchas otras parejas, ha frecuentado prostitutas o es bisexual, el riesgo de contraer cualquier infección es alto. Ante la más mínima duda, mejor hacerse los dos un análisis que estudie las infecciones por hepatitis B, sífilis, virus de la inmunodeficiencia humana y mostrarse el resultado mutuamente. Si alguno de los dos cree que puede haber contraído alguna infección genital (secreciones anormales, llagas, molestias al orinar), mejor consultar con el médico antes de empezar. Por desgracia, el aparato genital femenino es más “delicado” y por tanto más receptivo al VPH que el de los hombres, que aun siendo portadores no suelen tener síntoma alguno. Preguntarle a nuestra posible pareja sobre enfermedades genitales en sus parejas previas (citologías anormales, conizaciones…) nos puede brindar mucha información.

El tabaco
Una vez que se ha adquirido la infección, el fumar es el factor que más ayuda a que las lesiones causadas por el VPH progresen. De hecho, el riesgo de progresión aumenta entre 2 y 4 veces para las fumadoras frente a las no fumadoras. Lamentablemente, este riesgo se ha identificado también en fumadoras pasivas.

Realizarnos citologías periódicas
En otra parte de nuestra web os contamos cómo se suele hacer el diagnóstico precoz del cáncer de cérvix en la población española, es decir, a base de citologías al menos cada 3 años. Sin embargo, la adición del estudio de los VPH de alto riesgo, en mujeres de 30-35 años y más mayores, permitirá ampliar el intervalo entre citologías hasta 5 años y mejorar la detección de las lesiones precancerosas. La tendencia es a tratar tanto las lesiones de alto grado (CIN 2 y 3) como las de bajo grado (las últimas sólo si no desaparecen después de más de dos años), pues no sabemos exactamente cuáles de ellas progresarán a cáncer de cérvix y cuáles no.

Vacunarnos contra el VPH
La vacuna contra el VPH se autorizó en España en 2007. Se administra dentro del calendario vacunal a las niñas entre 11 y 14 años (la edad varía entre las distintas Comunidades Autónomas Españolas) puesto que la máxima eficacia se obtiene antes del debut sexual. Por otra parte, se ha demostrado efectividad en mujeres más mayores que no hayan estado expuestas a los tipos de VPH contra los que protege la vacuna (son los tipos 16 y 18, que causan el 70% de cánceres de cérvix). La gran cantidad de mujeres inmunizadas en todo el mundo avala la seguridad de la vacuna. Aun con todo esta vacunación ha sido, y sigue siendo, un tema controvertido que merece ser tratado en otra sección de esta web.

 

Fuentes de la información: