DRA. GIBERT

CÁNCER DE MAMA: ¿cuándo hay que hacer mamografías?

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Autora: Dra. MJ Gibert.
Fecha de actualización: 20-10-19.

El cáncer de mama es el más frecuente entre las mujeres (de cada 100 cánceres diagnosticados en mujeres, 30 son de mama). Que este cáncer se cure o tenga una supervivencia alta depende de un diagnóstico precoz y sobre todo de la aplicación de los tratamientos adecuados (cirugía, quimioterapia, radioterapia u hormonoterapia según los casos). El mencionado diagnóstico precoz se realiza en mujeres asintomáticas, esto es, en aquellas pacientes en las que la exploración mamaria no es sospechosa de cáncer.

La mamografía es la prueba más ampliamente utilizada para la detección o cribado del cáncer de mama y aunque detecta 9 de cada 10 cánceres, está claro que no los detecta todos. Además, si una no tiene un cáncer de mama, puede salir alguna mamografía anormal en 1 de cada 10 casos, con el consiguiente estrés que ello conlleva: mamografías para ampliar la zona de la mama que ofrece dudas, ecografías, resonancias, punciones y biopsias tanto en consulta como en quirófano.

La mama normal está constituida por dos componentes: la glándula mamaria (que es el tejido que produce leche para amamantar a nuestros hijos) y el tejido graso que actúa como relleno de la mama. Cuando tenemos reglas, la glándula está muy desarrollada y aparece en la mamografía en forma de unas ramificaciones blancas sobre un fondo negro (grasa). Al contrario, cuando ya no tenemos reglas, y por tanto ya no tendremos que amamantar a nuestros hijos, la glándula se hace muy fina y las mencionadas ramificaciones son mucho menos prominentes. Como el cáncer de mama aparece en forma de mancha blanca, si una tiene reglas y la mancha blanca es pequeña, ésta puede quedar oculta tras la glándula normal. En cambio, cuando ya no tenemos reglas, los tumores destacan mucho, pues la mama radiológicamente es muy negra. Lo antedicho explica la mayor capacidad de detección de la mamografía después de la menopausia que antes de la misma. Es frecuente que el radiólogo recomiende una ecografía adicional a aquellas mujeres con la glándula mamaria muy marcada en las mamografías, pues es una forma de suplir los defectos de detección de las mamografías en estas pacientes.

Otro aspecto que merece consideración es que la probabilidad de padecer un cáncer de mama aumenta con la edad y con los antecedentes de cáncer (en familiares muy próximos, sobre todo si los que padecieron el cáncer son hombres de cualquier edad o mujeres muy jóvenes). Las recomendaciones de cribado tienen en cuenta las circunstancias antedichas. Se ha calculado que entre 2.000 mujeres sin antecedentes familiares próximos, de 40 a 49 años, sometidas a mamografías, una prolongará su vida gracias al cribado, pero 10 serán diagnosticadas de cáncer de mama muy precoces y de evolución muy lenta que, si no hubieran sido ni diagnosticados, no hubieran disminuido los años de vida de la paciente. Además, estas 10 mujeres sufrirán el estrés del tratamiento y de los controles periódicos del cáncer de mama.

Un estudio científico de altísima calidad de 2014, sobre casi 90.000 mujeres entre 40 y 59 años, y muy citado en los foros médicos más reputados, no consiguió demostrar una disminución de la mortalidad asociada a la realización de las mamografías de cribado en este grupo de edad. Nos hicimos eco de esta investigación en una noticia publicada en nuestra web.

En el tramo de edad entre los 50 y 69 años, el cáncer de mama se diagnostica mejor por mamografía y además es más frecuente, de forma que entre 2.000 mujeres de esta edad que se hacen mamografías se conseguirá, cuando hayan alcanzado los 80 años, según la infografía adjunta, que 11 alarguen su vida, por lo tanto, la mayoría de programas de cribado se aplican a mujeres entre 50 y 69 años, pues son las edades de mayor rendimiento de la mamografía. Aun con todo, el beneficio del cribado mamográfico en este grupo de edad es sólo moderado, pues el peor pronóstico es para aquellos cánceres que miden más de 2 cm de diámetro al diagnóstico y, por tanto, son potencialmente diagnosticables mediante la palpación.

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Además, para conseguir la mencionada prolongación vital en 11 mujeres, 400 necesitarán pruebas adicionales que posteriormente descartarán el cáncer, 20 serán diagnosticadas de un cáncer de mama de evolución tan lenta que, de no haberse diagnosticado, jamás hubiera supuesto una amenaza para su vida. Ochenta mujeres serán diagnosticadas de cáncer de mama y sobrevivirán, tanto se hubieran realizado como si no mamografías preventivas, mientras que 40 morirán de cáncer de mama, incluso, habiéndose hecho las mamografías preventivas que les hubieran correspondido.

La realización de mamografías de cribado a mujeres de 40-49 años y 70-75 años es motivo de controversia entre diferentes organismos científicos. Así, la U.S. Preventive Services Task Force (USPSTF) recomienda las mamografías entre los 50 y 74 años, mientras que la American Cancer Society las recomienda a partir de los 40 años.

Lo que está claro, es que la decisión de empezar el cribado a los 40 o a los 50 años, o incluso de no someterse al cribado, depende de que la mujer entienda lo que aquí explicamos. La decisión muchas veces está influenciada por el miedo al cáncer de las mujeres o por experiencias negativas que hayan podido vivir con familiares o amigas. 

 

Fuentes de la información: